Modus Operandi de la MS13
Anteriormente mencionamos que esta organización criminal es sumamente violenta, a esto le podemos agregar que utilizan la extorsión y otros delitos para conseguir sus objetivos, convirtiéndose en una empresa criminal importante con un modus operandi sistemático y establecido.
Fuente: María Canora (El Orden Mundial, 2018)
Podríamos decir entonces, que la extorsión junto con el tráfico local de narcóticos, son las fuentes más importantes de dicho grupo criminal, sumado al sicariato y al tráfico de personas. Pero la extorsión es la principal fuente.
Extorsión:
El flujo de dinero constante producto de las extorsiones ha dado a las maras el capital para invertir en otros instrumentos necesarios para su actividad: armas, compra de drogas al por mayor e infraestructura criminal, entre otros.
A medida que las maras se organizaban mejor y se consolidaban, en gran parte como resultado de la encarcelación masiva, también se reforzaron sus esquemas extorsivos.
La extorsión como delito y fuente de ingresos para las maras, es fundamental para comprender tanto su adaptabilidad como el miedo que han sembrado en las sociedades donde se establecen. La extorsión ha demostrado ser el delito más fiable para las maras debido a la forma en que éste se acopla a sus recursos, principalmente su control sobre enclaves territoriales, fácil acceso a las armas de fuego, y a la limitada presencia de organismos de seguridad o del Estado.
Por todo el Triángulo Norte, pequeños empresarios, trabajadores del transporte, trabajadores autónomos e incluso hogares se ven obligados a pagar a la MS13 a cambio de protección.
Según FUSADES (2016) una encuesta llevada a cabo en El Salvador en ese año, halló que la extorsión estába aumentando y que en ese entonces afectaba a 22 por ciento de las empresas, aunque solo el 15 por ciento de los incidentes eran denunciados, lo que refleja la falta de confianza en la capacidad de respuesta de la policía y el poder judicial locales. Supuestamente, en el 76 por ciento de los casos las maras estaban detrás de la extorsión.
En un contexto de violencia, en el que la policía no cuenta con equipamiento ni con recursos humanos o técnicos para brindar protección suficiente, o a menudo son cómplices de los mismos extorsionistas, el servicio que prestan los extorsionistas que cobran por brindar protección es a veces tolerado e incluso aceptado de mala gana por los negocios. Sin embargo, estos casos de acuerdos con redes de extorsión no eliminan la extrema violencia de las economías de protección.
Podemos decir que el papel central que desempeña la protección extorsiva como forma de manifestar inequívoca, que ésta está estrechamente relacionada con la violencia y el miedo que impulsan el creciente éxodo del Triángulo Norte, sobre todo El Salvador y Honduras.
El monto económico que reciben las maras por las extorsiones no puede ser cuantificado con exactitud, pero se calcula que pueden variar de entre 300 a 500 millones de quetzales anuales, eso sin tomar en cuenta los subregistros, que son las personas extorsionadas que pagan las cuotas exigidas sin denunciarlo.
Finalmente, cabe recalcar que el flujo de dinero constante producto de las extorsiones ha dado a las maras el capital para invertir en otros instrumentos necesarios para su actividad: armas, compra de drogas al por mayor e infraestructura criminal, entre otros.
Narcomenudeo o tráfico local de narcóticos:
Los maras mantienen la lucha por el control de nuevos territorios para la distribución y venta de drogas, lo que ha generado un incremento en los delitos contra la vida y la salud pública.
Además, al ser grupos tan violentos causan temor e intimidación, logrando así el control territorial de aquellas zonas que pretenden. Es decir, la violencia es un elemento intrínseco de cada proceso de territorialización, dado que su objetivo es la creación y recreación de nuevas formas de autoridad.
El control del territorio protege a los consumidores y vendedores de la represión policial y de ataques de grupos rivales y permite que los miembros de la organización criminal ejerzan una influencia directa en las esferas políticas y económicas de los barrios en los que se establecen.
En resumen podemos decir que el narcomenudeo es una economía criminal con un importante componente territorial.
Tráfico de personas:
La trata de personas es aquella que responde a propósitos de explotación sexual, así como también las víctimas son traficadas con fines de trabajos forzosos, mendicidad infantil, reclutamiento de jóvenes y niños, etc. Los numerosos y diferentes tipos de trata de personas evidencian que no existe un único y específico perfil de víctima.
Sicariato:
Este tipo de delito es muy común entre la MS13, de todos modos ya por naturaleza la violencia y frialdad se les facilita.
Por lo general los cabecillas de esta organización contratan o reclutan ex-militares o ex-guerrilleros, los cuales en su mayoría se sienten resentidos y abandonados por el Estado luego de haber arriesgado sus vidas.
Estos reciben entrenamiento en diversas tácticas como por ejemplo; emboscada, escape y fuga, contraemboscada contención de fuerzas enemigas, así como en montaje y desmontaje de diversas armas. Incluso podemos mencionar que entre los entrenadores de los mareros se encuentran elementos activos del ejercito Salvadoreño, según lo que indican algunos medios de comunicación de dicho país.
Los miembros de la mara salvatrucha realizan ajustes de cuentas por deudas relacionadas al narcotráfico, ejecutan personas por rivalidad, algunas veces hasta son financiados por políticos o por empresarios. Matar no les cuesta nada y aún mejor si es por dinero.
Bibliografía:
Canora, M. (2018). Entre maras: inseguridad y violencia en Centroamérica. El Orden Mundial.
https://elordenmundial.com/entre-la-13-y-la-18-inseguridad-y-violencia-en-centroamerica/
Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES). (2016). Extorsiones a la pequeña y micro empresa en El Salvador. Entrevista de Crisis Group Cámara de Comercio, San Salvador, 8 de diciembre de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario